Llovían mis manos, pájaros,
como aquí llueven agua las nubes…
Y
mis desiertos eran de sales que se diluían en la redundancia de las lágrimas…
Ah!
¡Clavos como los clavos de aquellas manos, no han de haber más …!
¡Que
dolor tan apetecible, era ver el fuego penetrando, de a- po-co, en mis
/pupilas!
¡Sí,
Señor! ¡Que desenfreno de orgasmos!
Sabían, allí, mis aullidos, el por qué del
inicio de su sonido.
Sabían
allí, mis heridas, el cuándo del aullido y de la paricion del
/suplicio…
Llovían mis manos, pájaros,
como aquí llueven mis venas sangre…
Y
mis angustias no caben dentro del lodo, donde se ha parapetado mi Alma.
Ciénagas
de mi Ser, las dudas eternas…
Respuestas
a las preguntas, los bordes de la llaga…
Pero;
¿Quién osa destrabar el candado de los pies deshechos?
¿Qué desierto se sumerge, integro, en
las fauces abiertas del océano?
Mis
venas revientan ya, de sangre que no es sangre, que no es agua… que no es
/fuego…
(Mis
venas revientan en mí, en vos, en el Verbo… )
Y
un espiral de tibios azules nacen, violáceos,
en los vientres de mis blancos.
Y
un vendaval de poemas póstumos, paren los versos de las palabras ignoradas.
Gotas
de alas, sobre mis manos en fuente…. Todos mis yo, - mis ayeres, mis huéspedes
-
se alinean en cruz, frente a la última mirada, la última vista, la última
añoranza…
¿¿Quién
en mí?? ¿¿Cuándo yo??
Cómo
descartar el Norte, de una brújula que sólo marca el centro?
Cómo
ignorar el arriba, si el abajo esta marcado -a sangre-
/en el pecho de los Cielos?
Puñalada
que me atraviesa! Crucifijo en mi frente!
¿Quién
osará exorcizar, lo que no quiere exorcizarse de mi mente?
Llovían mis manos pájaros,
como aquí llueven grilletes a los sueños…
Y
mis ojos, que no eran ojos, eran el Aleph de todos los espejos.
Mis
mundos no eran el mundo, sino los mundos que habitan en mi cuerpo…
¡Ay,
de mí!
¡Ay,
de los fantasmas, en el instante antes, de saberse muertos!
Una
daga de recuerdos, atravesó como tifón, la costa calma de mi universo.
Ay,
de mí! Ay, de mí!
Llovían mis manos pájaros,
ya lo dije… en mi niñez, en mi inocencia… en mi destierro…
¡Llórame,
espejo de mis desencantos, llórame!
¡Deja
que tus lágrimas sean, el sedal de oro, para escapar de los infiernos!
Fotografía: Olivier Valsecchi
el climax ,poeta es...magistral!!inmensamente gritado,escupido,declamado!!eso es pueta!!
ResponderEliminarMuy bueno ......un descanso en la cotidianidad de una COLOMBIA CORRUPTA......
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